El Parque Japonés

Sekitei – es un jardín filosófico formado de piedras. El jardín abstractivamente representa la belleza de la Naturaleza:

 

el Océano y la Tierra, lo Bueno y Malo, la Vida y Muerte, el Amor y el Odio, Luz y Oscuridad – todo esto se representa en lo iluminoso “Yan” y oscuro “In”, que forman parte del camino Dao del Universo que se considera la ley de la naturaleza. 15 piedras de Sekitei simbolizan plenilunio e inquietan la imaginación. Aquí cada uno ve su imágen simbólica del universo.

 

El jardín japonés es un parque especial. Para comprender su belleza hace falta sumergirse en un mundo tradicional de la percepción japonesa, sentir el espíritu, la profundidad y originalidad de la cultura japonesa. Comprender la filosofía, modo de pensar, el sistema de valores de esta gente.

 

No solamente las piedras fascinan la mirada, sino la superficie lisa del agua del gran lago que refleja las nubes que pasan por el cielo. Piedra y agua son elementos principales de cualquier jardín japonés. El lago antiguo, según los arquitéctos y paisajistas japoneses es un elemento imprescindible del jardín Japonés. En primavera en sus orillas florecerá el árbol de Sakura, que es árbol tradicional sagrado de Japón.

 

Una pared de madera Tsuidjibei divide el parque japonés en dos jardines: Karesansui (el jardín de piedras y árboles) y Chisenkaiyu (el jardín con el estanque, arroyo con prados florecidos).

 

Teymon – “las puertas del jardín” Chisenkaiyu tiene una decoración simple para que la persona sienta un ambiente sencillo y tranquilo. Un farol de piedra “Kasugadaro” a la izquierda y Teimona recuerdan una pequeña pagoda budista que ilumina la entrada al parque, que a su vez simbolizan las etapas de comprensión de la verdad. Un grupo de los Teimones a la derecha decora un torio tradicional con el farol de papel Chechin, cuya llamita representa la imágen del Sol que corona al mundo de Naturaleza.

 

Pasando tres esclónes formados de las piedras con la hierba que crece alrededor “la barba de dragón” puenteando “sedgi” – los típicos tabiques en la arquitectura japonesa y pasando el umbral que en Japón  simboliza el respeto hacia los mayores, nos encontramos en un paisaje armonioso perfecto. Aquí la belleza de la naturaleza, acentuada con delicadeza por medio del arte del paisaje, lleva el sello del principio filosófico y moral.

 

Un camino áspero y sinuoso de grava «enro» ofrece la oportunidad de escuchar sus pasos y sumergirse en su propio mundo interior antes de encontrarse con la naturaleza divina. El césped verde Shibaniva adornado con un diseño de Ichimatsu-Moyo – «piedras en el césped», transmiten una sensación de estremecimiento y una fuerza de la vida frágil que abruma su camino hacia el Sol a través de muchas piedras.

 

En el centro del parque Japonés se encuentra el Pabellón de Té – Boudin. Diseñado en Japón hasta el último detalle. El ritual de la ceremonia del té «cha-no-yu» -es una belleza espiritual y estética de entender el misterio de la belleza que se oculta en la vida cotidiana. Para la ablución «matsuri» antes de Boudin está situada  la fuente de agua Chezubachi.

 

Composición decorativa Chezubachi incluye una linterna de piedra original, parecida a un campanario, un vertiente de bambú, que recuerda a una antigua moneda de samurai, el tazón de piedra Tsukubai (Chezubachi).

 

Es una buena posibilidad de disfrutar de los beneficios del don de la vida, para disfrutar del sol, disfrutar del sabor del agua y el soplo del viento, el canto de los pájaros, disfrutar de la frescura de las hierbas y flores, en lugar de quemar en el fuego de los deseos vacíos – aquí está la simple sabiduría que impregna la filosofía del parque japonés.

 

Bajo la melodiosa campana de bronce que ahuyentar a los malos espíritus, entramos con un corazón puro en la Casa del Té – “el refugio de vacuidad», donde, libres de las cosas nos liberamos de vanidad. Durante el ritual de la ceremonia del té, todas las personas se hacen iguales ante la naturaleza y la belleza.

 

La colina central – Tsukiyama encarna grandes rocas de montaña, las piedras en sus laderas se parecen a la roca que estira en la distancia. Con dos arroyos de las montañas descienden cascadas «taki»: un poderoso hombre «Yan» y un suave femenino «Yin», sus corrientes se unen en Lago Ike, lleno de guijarros, con sus suaves contornos asemejan la costa Ishihama.

 

La isla de piedra Gantou abstractivamente refleja acantilados del océano.

 

Desde el Lago Ike se desprende el arroyo Nagar, a través de los cual pasa un puente de madera Mokke. Una linterna de piedra Yukimidoro notablemente realza la belleza del paisaje y habla de la brevedad de la belleza y de los tesoros de cada momento.

 

El Parque Japonés en Uzbekistán es siempre diferente: al amanecer, en la luz de la luna, al sol y la lluvia, en la primavera dulce y el otoño maduro.